EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

sábado, 20 de febrero de 2016

UNA VELADA LITERARIA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES

UNA VELADA LITERARIA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES
(Caracas, 1993)
Edgardo Malaspina
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Asisto a unas jornadas sobre ética en la literatura en el Museo de Bellas Artes. El nombre de por sí es elocuente. Hablarán de las letras como arte con la posibilidad de convertirse en mercancía, compromiso ético del escritor y su papel ante la sociedad, los plagios, las asociaciones de escritores; además, debatirán si en la literatura como en el amor todo se vale.
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Los ponentes son unos pesos pesados del mundo escritural: Arturo Uslar Pietri, Rafael Cadenas, Rafael Arráiz Lucca, Gustavo Luis Carrera, Denzil Romero, Luis Barrera Linares, Igor Delgado Senior, Coupolican Ovalles, José Balza, Juan Nuño, entre otros.
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Arturo Uslar Pietri dice que la producción literaria  es un acto solitario, individual. Una biblioteca tiene rincones con  libros y manuscritos que sólo conoce su dueño. Sobre el Socialismo Real y la literatura afirma: “Ni Felipe II ni Luis XIV tuvieron tanta injerencia sobre la libertad de conciencia de los hombres. Ese control absoluto sobre el trabajo intelectual le estaba reservado al siglo XX con la aparición de los regímenes totalitarios y la literatura comprometida”.
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Al terminar su intervención saludo a Arturo Uslar Pietri, hago algunos comentarios sobre su discurso y  le obsequio mi libro “Del Socialismo Real a la perestroika”. Lo hojea, lo coloca en un bolsillo de su paltó  y me dice: lo revisaré. Me da la mano y se marcha.
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José Meléndez, amigo de andanzas en Rusia, me presenta a Coupolicán Ovalles. Luego visitaré varias veces la sede de la Asociación de Escritores de Venezuela. Allí conversaré con Elí Galindo y Luis Camilo Guevara. Todos ellos beben vodka mientras conversan de poesía y de cualquier tema que cruce sus mentes. Coupolicán me regala un hermoso libro autografiado, de lujo, sobre  “La casa en la poesía venezolana”.
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“En la casa surgen las íntimas convivencias, los anhelos, alegrías y angustias, que marcados en ese ámbito dejan sus huellas profundas en el espíritu.”(Gustavo Pérez Ortega)
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“…Dejemos que las casas penetren al lector, sus patios los llenen de hojas y de plumajes de aves de corral; que el viajero tenga asiento en ellas y el errante pueda pueda descansar sus adoloridos pies frente a uno de sus muros”.(Elí Galindo).
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“Casa del cielo o pálpito de las teogonías. El ser universal, desprendiéndose de su forma imaginaria, morfología de un parto de presencias: el hombre como patio, como techo, como pájaro o como rayo de romas.” (Coupolicán Ovalles).
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Las citas son del libro sobre “La casa en la poesía venezolana”, que me obsequió Coupolicán entre tragos y promesas de entregarme el material médico de su abuelo Víctor Manuel,  y una copia de “¿Duerme usted, Señor Presidente? (“Todo está podrido, Miraflores también”).
Una vez conversábamos sobre la extinta URSS. Lo llamarón para una reunión, pero declinó asistir y me dijo: yo aprendo más aquí hablando de Rusia. No tengo nada que buscar por allá.
 En otra ocasión, mientras escanciaba una botella de vodka, me preguntó: ¿Tienes fuerza de voluntad para no beber aunque sólo sea un día? No espero mis palabras y el mismo se respondió: yo no la tengo.
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La casa es una necesidad  de todo el mundo animal, o de casi todo. Entre las páginas del libro del cual hablamos coloqué un recorte que tomé de El Nacional y que me conmovió:
“…En un pequeño pueblo de China una pareja de golondrinas construyó un nido en la cornisa de una casa. El dueño de ésta última inmediatamente destruyó el refugio de las aves. Por cinco veces consecutivas las golondrinas  hicieron su nido, y por tanta veces el dueño lo destruyó. Hasta que los pájaros, en un desesperado arrebato de impotencia, se suicidaron  lanzándose en picada…”
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Coupolicán debe hablar en las jornadas del Museo de Bellas Artes sobre los gremios en la defensa de la ética. El jefe de protocolo lo llama varias veces, y cuando se constata su ausencia interviene  y grita una mujer desde el fondo de la sala: ¡Búsquenlo en un bar de Sabana Grande!
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En la Sociedad de Escritores le cuento a Copoulicán el incidente con la mujer. Sin pensarlo me contesta: lo sabía, por eso no asistí. Prefiero estar lejos cuando me tiran mierda.




viernes, 5 de febrero de 2016

EN MARACAIBO (2006)

MARACAIBO
(2006)

Edgardo Malaspina
1
Partimos a las 12 de la noche desde la Casona Universitaria, antiguo hospital de San Juan de los Morros. Se inician los XIII Juegos profesorales en Maracaibo. Tardamos nueve horas en llegar. El atraso se debe a un autobús que se coleó cerca de Ciudad Ojeda y obstaculizó la vía. 
   El día anterior busqué en un mapa la ubicación del Estado Zulia. Es el quinto más grande con 63.000 km2. Tiene tres millones de habitantes, lo que lo hace el Estado con mayor población. Además, el mayor número de indígenas vive allí. Su árbol es el cocotero. Tiene 21 municipios. Maracaibo fue fundada en 1529. Tenemos una pequeña confusión con lo del lago, pues, nos parece que un lago es una masa de agua rodeada de tierra: pareciera que allí están dos golfos ya que el mar penetra las porciones de tierras. Bueno, el puente  General Rafael Urdaneta es el más largo del país con más de 8 km.
2

 Llegamos casi a las 10 de la mañana. Nos alojamos en el hotel Shariff en la segunda circunvalación. Hasta el mediodía no hay cuartos libres. Perdemos toda la mañana y en la tarde descansamos.
3


 En la Asociación de Profesores de la Universidad del Zulia (APUZ), unas instalaciones bien dotadas  y que se encuentran muy cerca de la propia casa de estudios, se inician los juegos. Mi contrincante es de la Universidad Simón Bolívar. Es un judío arrogante. Hago buen juego, me pongo a ganar a mitad de la partida, pero en el final fallo.  Aprendo que el ajedrez es paciencia. Si te desesperas, pierdes, como en todas las cosas de la vida.
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   Me voy en bus hasta la catedral de la Chiquinquirá. La iglesia es amplia, decorada con imágenes hasta en el techo y con asientos de madera bien tallados y pintados de tal manera que adquieren un aspecto marmóreo. Hay misa. Veo el retablo de la Santa Virgen del Rosario de la Chiquinquirá con su corona dorada.  En 1560 el español Antonio Santana, del pueblo Suta de Boyacá, encargó el cuadro de la Virgen del Rosario.  El artista la pintó con San Antonio de Padua  a la derecha y San Andrés a la izquierda. En 1562 Santana colocó el cuadro en una capilla de su hacienda. La lluvia dañó el cuadro y en 1578 lo abandonaron como inservible en  Chiquinquirá. En 1585 llegó de España María Ramos, esposa de Santana. Abandonada por su esposo pasó a vivir a Chiquinquirá, y allí encontró el lienzo de la Virgen en el cuarto de los animales. Lo recuperó, aunque apenas se veía la imagen, y desde entonces le dedicó sus oraciones. El 26 de diciembre de 1586 descubrió que la pintura resplandecía e iluminaba su cuarto.
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  Visito un sector de casas antiguas y la Iglesia de Santa Bárbara. Voy al Centro Lía Bermúdez. Una rocola toca una canción de Julio Jaramillo. Allí mismo hay una exposición de numismática del Banco Central de Venezuela. Me pierdo en el Mercado de las Pulgas. En el malecón las lanchas tienen dos meses que no trabajan.
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  En la Asociación de Profesores de la Universidad del  Zulia gano un juego de ajedrez en la mañana y pierdo otro en la tarde. Visito la Vereda del Lago. Observo el Relámpago del Catatumbo. Nuevamente a la Catedral de la Chinita. Llueve y me refugio en una bodega llamada La Artesanía de la Chinita. El amo juega ajedrez. Dos horas espero un taxi para dirigirme al hotel.

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   Voy al Complejo Científico-Cultural Simón Bolívar. El Planetario está cerrado, pero hay una exposición con animales prehistóricos de imitación. Allí está el Museo de la Radio con aparatos antiguos y cúpulas de sonido de cristal, muy grandes. Hay muchas fotos de Don José Higuera, fundador de Radio Popular.
8
  Escucho una explicación del Relámpago del Catatumbo: los indios lo consideraban un lugar para la purificación de las almas; para los navegantes era un guía, el faro de Maracaibo. La explicación puede estar en una reacción del gas metano.
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  Visito el acuario y veo el tiburón nodriza, un cangrejo azul y un pez payaso. Salgo y me dirijo a la laguna Las Peonías que se comunica con el lago. Tomo fotos y luego marcho al Colegio de Médicos. Me entero que el Dr. Alexis Delmoral ,  a quien conocí como estudiante en Moscú, es otorrinolaringólogo.
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De regreso el taxista quiere hablar de política. Finjo que no me interesa el tema. Claramente molesto me contesta inmediatamente: “Mientras haya putas, lotería y aguardiente, la gente no se interesará en la política”.
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A pesar de Aristóteles, el taxista también tiene la razón.