EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

sábado, 26 de abril de 2008

EN EL PANTEÓN NACIONAL

26 DE MARZO DE 2008

EN EL PANTEÓN NACIONAL

Por: Dr. Edgardo Malaspina.

Me dirijo al Panteón Nacional para echarle una mirada a la lista de médicos participantes en la guerra de independencia que acompaña a Vargas en su tumba. Juan Domingo del Sacramento de Infante construyó, en más de 36 años, lo que hoy conocemos como el Panteón Nacional. Era pardo y por eso le negaron la entrada en la Orden de los Hermanos Trinitarios. No se permitió hacer actividad religiosa, ni pedir limosna, ni vestir el hábito. Se sublimó e hizo su gran obra espiritual: la iglesia de la Santísima Trinidad, la cual inició en 1744 y fue consagrada como tal en 1783.JDS murió en 1870 y fue enterrado en el altar mayor de la iglesia.

Bolívar a los tres meses de haber nacido fue presentado en la esa iglesia y ocho años más tarde tomó su Primera Comunión.

El terremoto de 1812 destruyó casi toda la estructura del templo. Bolívar visitó sus ruinas en 1827.En 1875 la iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas fue transformada en Panteón Nacional por decreto de Antonio Guzmán Blanco, y en 1876 los restos de Bolívar fueron colocados allí. Los lienzos del techo los hizo Tito Salas y reflejan parte de la historia del país.
Me interesé por la tumba de José María Vargas, en la que está una lista de los médicos que lucharon junto a los patriotas en la guerra de independencia. Busqué las lápidas de Francisco Lazo Martí (único guariqueño), Luis Razetti y Rafael Rangel .

Me llamó la atención un hecho insólito: en la hoja que muestran a los visitantes dice sobre el cenotafio de Andrés Bello que se trata del “gran humorista de América”. Llamo al cronista del Panteón y le sugiero que es un gran error porque en realidad debe decir “gran humanista”.
¡Andrés Bello humorista!. No recuerdo donde leí que Don Simón Rodríguez aseguraba que Andrés Bello nunca se reía, y si lo hacía era sólo para celebrar una de sus anécdotas (las de Rodríguez, por supuesto, quien si tenía chispa de humorista, aunque cáustico).

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