EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

EDGARDO MALASPINA EN LA CASA DE ANDRÉS ELOY BLANCO EN CUMANÁ

viernes, 1 de enero de 2016

EN TUCUPITA

TUCUPITA
Edgardo Malaspina
(2006)

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 Viajo al  “Encuentro de escritores de la Región Guayana” en homenaje a Argenis Daza Guevara. El taxi tarda. Llamamos a otro, pero el primero llega con diez minutos de retraso. A las 6 estoy en Dos Caminos. Miguel Pérez, Director  del Instituto de Cultura del Estado Cojedes me recoge a las 8 am. Maneja un chofer al que llama Platillón, cuyo nombre verdadero es Domingo. Lo de Platillón tal vez deba a una calva prominente. El viaje es largo: Dos Caminos-EL Sombrero-Chaguaramas-Valle de la Pascua-Tucupido-Zaraza- Aragua de Barcelona- Anaco-Maturin- Tucupita. Llegamos a las 7 pm con mucha lluvia. Alguien dice que el tiempo lluvioso en Tucupita puede durar tres días seguidos. Nos alojamos en el Hotel Saxxy en la entrada de la ciudad. El hotel es un conjunto de pequeñas casas como el hotel los Morros. Tiene piscina y está  a orillas de una entrada del Orinoco.
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   Casi a las 8 de la noche nos reunimos en la Casa del Artista Plástico al lado de la plaza Bolívar para la inauguración del evento. En esa casa hay una exposición de pinturas. Me llama la atención algunos cuadros con gallos de lidia: allá un giro en pose elegante, bien afeitado y como presto para la batalla; en otro extremo, un sambo con sus afiladas espuelas. Mientras esperamos el inicio de la jornada cultural nos  brindan whisky en vasos de cartón con hielo. Antes, Miguel y yo bebimos unas cervezas en una licorería cercana.
Sael Ibáñez presenta la Revista Nacional de Cultura. Alexis Marín habla de tópicos antropológicos en la región. Miguel Pérez presenta mi libro “El credo estético literario de Argenis Rodríguez”. Dice que no le gusta el título pero alaba el contenido. Cita varias frases de Argenis y lamenta que no se haya realizado un análisis del “Vuelo de los Gavilanes”, una novela  de Rodríguez .Al finalizar le pregunto por lo del título y me dice que eso lo hizo sólo por polemizar. “Cuerdas del Orinoco”, un conjunto local, ameniza el acto.
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   En la noche cenamos y luego nos vamos hacia la piscina. No hay luz. Traen varias botellas de whisky y empieza la conversación bajo una luna pálida y en medio de la humedad dejada por la lluvia. Balza no vino, dice uno. Otro hace referencias a Rafael Bolívar Coronado: cuando Andrés Eloy Blanco gano el premio por su Canto  a España, Bolívar Coronado le envió un telegrama: “los astros giran, ¡gírame!”. Me bebo dos tragos y me retito a mi habitación.

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    Me despierto a las 6 am. Salgo a dar un paseo. Cinco botellas vacías es el resultado de la jornada etílica de ayer.  Doy varias vueltas  a las cabañas. Voy a la piscina, la cual está muy cerca del río. Muchas lanchas están en un estacionamiento, seguramente para actividad turística. Una rampa une al hotel con un pedazo de playa. El río imponente está rodeado de plantas diversas. Garzas y otras aves completan el paisaje mañanero. Desayunamos y luego nos trasladamos al Instituto Tecnológico Delfín Mendoza. Emilio Mosonyi, un académico hungaro de la UCV, habla de la cultura  del pueblo warao. Es antropólogo  y conoce varias lenguas. Su discurso lo hace en warao y traduce luego al español. Se lamenta del daño que se le hace al  ambiente. Habla de las aguas y la importancia de esa palabra en la lengua warao, la cual es muy onomatopéyica a la hora de formar verbos relacionados con el agua, por ejemplo: hay verbos distintos para definir el correr del agua, la lluvia, el agua de la cascada, etc.  El agua es una deidad, dice el húngaro. Al finalizar saludo a Mosonyi en ruso y me contesta en ese idioma. Roger Herrera se refiere al significado de la palabra Tucupita. Relaciona el vocablo con Tucupido, y la palabra “guará” con Warao. Pero al indagar con Mosonyi, éste dice que no se sabe el significado de Tucupita y no ve relación entre guará y Warao.
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   Carlos Yuste habla de las Metáforas que el río trae y cita un bello poema piaroa:

Si tú me miras
soy como la mariposa roja;
si me hablas,
soy como el perro que escucha
si me amas,
soy la flor, que se calienta,
entre tus cabellos.
Si me rechazas,
soy como una canoa vacía
que boga por el río
y los peñascos la destrozan.

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     El almuerzo nos lo traen al instituto. Comemos pescado, ensalada y yuca. Pregunto qué clase de pescado es. Me dicen es laolao, una especie de bagre o rayado No tiene espinas porque es de cuero duro, me explican. Comento esta explicación, y Platillón dice que cuero duro tienen las culebras de agua. Luego afirma que el almuerzo era, sin duda alguna, de culebra. No lo creo.
   El  bus nos deja en el centro de la ciudad. El mercado no tiene artesanía de la región. Sólo pescados y algunas verduras. Hay un expendio de artesanía, pero de una cooperativa. Los propios indígenas, que son el 50 % de los habitantes, no tienen nada. El Orinoco se mete por todas las rendijas del pueblo, por las calles y sus quebradas, bajo los puentes. Un paseo a orillas de río tiene el atractivo de un inmenso paisaje acogedor, dos barcos  viejos anclados y muchas aves volando. Varios bustos de héroes de la independencia adornan un recuadro del paseo. En alguna parte diviso un  pequeño monumento que creo es en  honor a Eleazar López Contreras. No estoy seguro porque lo veo de lejos. Regresó al hotel en taxi. El taxista comenta que hay muchos vehículos en Tucupita porque los del gobierno regional los  han adquirido junto a sus familiares.
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   A las 3 pm recorremos la ciudad y visitamos el mercado cooperativa. Compró algunas cestas. Los waraos son maestros de la cestería. Vamos a la Biblioteca José Balza para un recital de poesía. Un bardo explica en un poema lo que debe entenderse por un  presidente: un sapo es jardinero, un loro es locutor… y un  burro es presidente ; peró aclara diligentemente que su poema tiene vigencia hasta 1998. Por si acaso. Luego lee otro poema sobre la revolución. Es un poema onomatopéyico que imagina la revolución como una lucha armada con disparos de metralleta, pistolas y otras armas: la revolución es shiiii, pam, pam, pam pum pun, ratatatatatatatatata…
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    Interviene una mujer. Habla en versos de su hoja curricular. Enumera algunos productos alimenticios. Platillón abandona el recinto y murmura que eso parece una lista para hacer mercado. Esto es una vaina de locos, remata mientras mastica tabaco juntado con chimó aliñado y cubierto de miel  para fortalecerlo.
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  Una poetisa delgadísima, con lentes y que a cada rato enciende un cigarrillo, lee unos versos feministas en los que define lo que es un amante. Me gustan esos versos. Otro poeta pide ayuda para leer su obra. Pronuncia una letanía y el público debe decir “amen” después de cada párrafo. Así lo hacemos y nos queda un sabor de que estamos  rezando en una iglesia. Una joven warao habla de la poesía en las canciones de su pueblo. Entona una música bella y canta en warao. La canción se llama “el amigo garza”. Le pregunto luego el significado: “garza tu comida es un camarón y cuando no lo consigues aquí te vas a otro lado”.  Otra joven lee sus versos dedicados a su padre muerto. Mirian, la esposa de Miguel Pérez, ve un parecido entre esos versos y la canción “viejo mi querido viejo”. Pérez lee sus versos   dedicados a su abuela de 103 años.
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  Salimos. Recorremos la ciudad. Bajamos al río por el paseo.  Varias lanchas cruzan las aguas. La gente visita los kioskos que expenden comidas. La ciudad está sucia y es un mosaico de contrastes. Una villa se conjuga con un rancho de cinz. Cinz  por todos los costados y en el techo; pero con antena parabólica y un aparato de aire acondicionado. Paradojas de la posmodernidad.
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     En la cena converso con Luis Camilo Guevara. Recuerda las veladas en la Casa del Escritor con Caopulicán Ovalles y Eli Galindo. Eso era terrible, empezábamos  desde la mañana, sin comida. Eso no lo aguanta nadie; en los últimos tiempos ellos bebían sólo vodka, algo difícil de pasar , aguardiente puro; pero era muy romántico, dice Luis Camilo.
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Converso con Mosonyi. Habla de las lenguas, del sánscrito, del periodo dravídico, de los tipos de lenguas y el origen de las mismas.
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  Conozco al poeta Jaime Ramos, de Monagas. Confiesa que la poesía le ayuda enormemente  para luchar junto a su hijo Jorge, enfermo de carcinoma. Ha escrito varias poesías sobre el tema .De su poemario “Me mantengo en rebelión mientras duermo” copio “Vamos”:

vamos Jorge
vamos a ser fuertes
vamos a darle duro al carcinoma
vamos a sacarlo de jonrrón de tu cuerpo
que se vaya lejos
donde estas lágrimas no sepan jamás de él
que se vaya lejos como un foul de Sammy Sosa
o de nuestro Bob Abreu
que se vaya lejos de todos los niños
lejos de todos los hombres

vamos Jorge
vamos a patearlo duro
vamos a romper la red
como lo hace Ziddane
como nuestro Arango
como sólo los niños lo saben hacer
vamos Jorge
que Dios está en nuestro equipo
vamos

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   A las diez de la noche emprendemos el viaje de regreso. En la entrada de Maturín nos sorprende un accidente. Dos gandolas y una buseta se dan un encontronazo. El chofer de la buseta muere y nosotros perdemos casi tres horas detenidos en medio de la carretera y bajo la lluvia.


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En el sitio “El Furrial” nos detenemos un rato en un bar de mala muerte. Son las tres de la madrugada y unas puticas beben cervezas con quien parece es su jefa. Miguel comenta el hecho y habla de una generación perdida. Luego, al amanecer, lee el prólogo de su publicación  “Gran pulpería del libro”. Es una excelente obra y yo tengo en mente extraer párrafos sobre el amor a los libros y la cultura  para leérselos a mis estudiantes.
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  Después de cruzar Valle de la Pascua vemos otro accidente: un chofer de gandola yace atrapado entre hierros.
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  En un viaje se aprende bastante, tanto de la vida como de la muerte.


















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