UNA VELADA LITERARIA EN EL MUSEO
DE BELLAS ARTES
(Caracas, 1993)
Edgardo Malaspina
1
Asisto a unas jornadas sobre
ética en la literatura en el Museo de Bellas Artes. El nombre de por sí es
elocuente. Hablarán de las letras como arte con la posibilidad de convertirse
en mercancía, compromiso ético del escritor y su papel ante la sociedad, los
plagios, las asociaciones de escritores; además, debatirán si en la literatura
como en el amor todo se vale.
2
Los ponentes son unos pesos
pesados del mundo escritural: Arturo Uslar Pietri, Rafael Cadenas, Rafael
Arráiz Lucca, Gustavo Luis Carrera, Denzil Romero, Luis Barrera Linares, Igor
Delgado Senior, Coupolican Ovalles, José Balza, Juan Nuño, entre otros.
3
Arturo Uslar Pietri dice que la
producción literaria es un acto
solitario, individual. Una biblioteca tiene rincones con libros y manuscritos que sólo conoce su
dueño. Sobre el Socialismo Real y la literatura afirma: “Ni Felipe II ni Luis
XIV tuvieron tanta injerencia sobre la libertad de conciencia de los hombres.
Ese control absoluto sobre el trabajo intelectual le estaba reservado al siglo
XX con la aparición de los regímenes totalitarios y la literatura
comprometida”.
4
Al terminar su intervención
saludo a Arturo Uslar Pietri, hago algunos comentarios sobre su discurso y le obsequio mi libro “Del Socialismo Real a
la perestroika”. Lo hojea, lo coloca en un bolsillo de su paltó y me dice: lo revisaré. Me da la mano y se
marcha.
5
José Meléndez, amigo de andanzas
en Rusia, me presenta a Coupolicán Ovalles. Luego visitaré varias veces la sede
de la Asociación de Escritores de Venezuela. Allí conversaré con Elí Galindo y
Luis Camilo Guevara. Todos ellos beben vodka mientras conversan de poesía y de
cualquier tema que cruce sus mentes. Coupolicán me regala un hermoso libro
autografiado, de lujo, sobre “La casa en
la poesía venezolana”.
6
“En la casa surgen las íntimas
convivencias, los anhelos, alegrías y angustias, que marcados en ese ámbito
dejan sus huellas profundas en el espíritu.”(Gustavo Pérez Ortega)
7
“…Dejemos que las casas penetren
al lector, sus patios los llenen de hojas y de plumajes de aves de corral; que
el viajero tenga asiento en ellas y el errante pueda pueda descansar sus
adoloridos pies frente a uno de sus muros”.(Elí Galindo).
8
“Casa del cielo o pálpito de las
teogonías. El ser universal, desprendiéndose de su forma imaginaria, morfología
de un parto de presencias: el hombre como patio, como techo, como pájaro o como
rayo de romas.” (Coupolicán Ovalles).
9
Las citas son del libro sobre
“La casa en la poesía venezolana”, que me obsequió Coupolicán entre tragos y
promesas de entregarme el material médico de su abuelo Víctor Manuel, y una copia de “¿Duerme usted, Señor
Presidente? (“Todo está podrido, Miraflores también”).
Una vez conversábamos sobre la
extinta URSS. Lo llamarón para una reunión, pero declinó asistir y me dijo: yo
aprendo más aquí hablando de Rusia. No tengo nada que buscar por allá.
En otra ocasión, mientras escanciaba una
botella de vodka, me preguntó: ¿Tienes fuerza de voluntad para no beber aunque
sólo sea un día? No espero mis palabras y el mismo se respondió: yo no la
tengo.
10
La casa es una necesidad de todo el mundo animal, o de casi todo.
Entre las páginas del libro del cual hablamos coloqué un recorte que tomé de El
Nacional y que me conmovió:
“…En un pequeño pueblo de China
una pareja de golondrinas construyó un nido en la cornisa de una casa. El dueño
de ésta última inmediatamente destruyó el refugio de las aves. Por cinco veces
consecutivas las golondrinas hicieron su
nido, y por tanta veces el dueño lo destruyó. Hasta que los pájaros, en un
desesperado arrebato de impotencia, se suicidaron lanzándose en picada…”
11
Coupolicán debe hablar en las
jornadas del Museo de Bellas Artes sobre los gremios en la defensa de la ética.
El jefe de protocolo lo llama varias veces, y cuando se constata su ausencia
interviene y grita una mujer desde el fondo
de la sala: ¡Búsquenlo en un bar de Sabana Grande!
12
En la Sociedad de Escritores le
cuento a Copoulicán el incidente con la mujer. Sin pensarlo me contesta: lo
sabía, por eso no asistí. Prefiero estar lejos cuando me tiran mierda.
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