Edgardo Malaspina
En Cumaná visito el castillo de San Antonio de
la Eminencia. Diego, un sociólogo desempleado, me informa que él forma parte de
una asociación de amigos del castillo. Su trabajo es voluntario. El castillo
fue construido en el siglo XVII para enfrentar los ataques de los piratas.
Tiene forma de estrella de cuatro puntas que indican los puntos cardinales.
Desde el castillo se observa la isla de
Margarita, en la lejanía. El guía dice que el castillo estuvo más cerca del
mar, pero que éste se ha ido retirando. ”Mi abuelo fue testigo del último
retiro de las aguas en 1929” ,
afirma con orgullo.
El guía
me muestra los bloques con los cuales construyeron el castillo. Habla de
calicantos, corales, etc. Llegamos hasta los cañones oxidados y que fueron
capturados a los piratas. Veo una prensa para hacer tabacos o puros. Era labor
realizada por los soldados para aliviar su situación económica. Más allá los
grillos o cadenas con bolas pesadas; la “prisión del olvido”. Allí el preso era
lanzado a una muerte segura: la tal prisión, sin ventanas, era tan baja, que un
hombre debe estar siempre agachado.
Veo el cuartucho donde estuvo detenido José
Antonio Páez por razones políticas en 1849. Páez se encontraba en el exilio y
regresó para tratar de derrocar a José Tadeo Monagas. Los amigos le habían
prometido dinero, hombres y armas para la restauración. Lo dejaron solo y se
rindió. Lo llevaron a Valencia sobre un caballo castaño. Cubría su cabeza con
un sombrero de hule amarillo, y su cuerpo con una cobija azul. El gobernador de
Valencia lo encerró en un calabozo con pesados grillos. Lo trasladaron a
Caracas. Ezequiel Zamora dirigió el traslado. Ramón Hernández dice que “en el
trayecto congregaron gente para que gritara ¡Muera Páez!, que el general de los
hombres libres mandaba a sus reclutas a repetir”.
Le hicieron peticiones a Monagas para que
liberara al Centauro, pero lo envió al castillo de San Antonio de la Eminencia.
Los amigos lo visitaban y las mujeres querían verlo por la ventana del
calabozo.
Páez se enfermó de los pulmones. El calabozo no
permitía la entrada de aire. La gente protestó y lo enviaron al hospital
militar. Monagas lo expulsó del país en 1850, y Páez se embarcó hacia Saint Thomas. Al salir del
castillo de San Antonio de la Eminencia una multitud lo aplaudió por largo
rato. Pienso en estos hechos mientras contemplo la celda lúgubre y fría con
unos grillos sobre unos bloques.
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